SUELOS ECUATORIALES 48 (1 y 2): 9-15 ISSN 0562-5351
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INTRODUCCIÓN
Un bioestimulante vegetal se define como
cualquier sustancia o microorganismo que al ser
aplicado a las platas puede desencadenar mejoras
en la eficiencia nutricional, tolerancia al estrés
abiótico y/o mejorar las características del cultivo,
independiente de su estatus nutricional (du Jardín,
2015)
Además de los efectos ampliamente conocidos
sobre las propiedades físicas y químicas del suelo,
las sustancias húmicas (SH) también pueden
considerarse bioestimulantes vegetales debido a
que exhiben bioactividad sobre las plantas, este
fenómeno conduce a la estimulación del
crecimiento, un mejor desempeño en suelos con
baja fertilidad o bajo condiciones limitantes, una
mejor eficiencia metabólica y estimulación de la
población de microrganismos benéficos de la
rizosfera. La bioactividad de la materia orgánica
humificada (MOH) comprende una serie de
efectos que conducen a respuestas en la
arquitectura de la raíz, el metabolismo primario y
secundario, la geometría de las raíces y la
comunidad microbiana de la rizosfera en plantas
tratadas con diferentes fracciones húmicas
(Canellas y Olivres 2014);
En suelos con baja fertilidad natural, las
principales adaptaciones de las plantas incluyen
cambios anatómicos en el sistema de raíces, como
la hiperproducción de raíces laterales y
proliferación de pelos radicales, con el
consiguiente aumento de la longitud y superficie
de la raíz; cambios en la geometría de las raíces
que pueden estar vinculadas a una mayor
rhizodeposición de exudados de aniones
orgánicos y enzimas, la acidificación de la
rizosfera y la asociación con microorganismos
benéficos específicos (Brown et al.,2013),
entonces todos estos procesos podrían estar
mediados por fracciones de SH solubles, de tal
forma que el desarrollo y aplicación de una
tecnología basada en la aplicación de fracciones
purificadas de MOH a manera de sustancias
promotoras del crecimiento vegetal, podría
contribuir a mejorar el desempeño de las plantas
en la rehabilitación de suelos degradados, o
mitigar el estrés vegetal mejorando el desempeño
de plantas cultivadas en zonas marginales para la
agricultura; en el caribe colombiano áreas de
interés en este sentido se encuentran en los
ecosistemas áridos y semiáridos, así como tierras
degradadas por salinidad, minería de carbón e
intensificación agrícola en los departamentos del
Cesar y La Guajira.
En trabajos previos hemos encontrado que
carbones poco evolucionados tipo lignito y
residuos carbonosos generados en la minería de
carbón a cielo abierto presentan un contenido de
MOH que puede ser liberada al medio a través de
la biotransformación de estos materiales por
microorganismos y generar efectos benéficos
sobre el suelo, las plantas y la microbiota (Valero
et al., 2012 Valero et al 2014., Cubillos et al 2015.,
Valero et al.,2016)
Otros estudios han demostrado que hay aumento
de MOH en suelos rehabilitados que contienen
residuos carbonosos, con respecto a suelos sin
disturbio (Dick et al., 2006; también se ha visto que
los residuos carbonosos contribuyen al incremento
de las fracciones hidrofóbicas (carbonos
aromáticos y/o alquílicos) y cadenas alifáticas,
importantes en la agregación del suelo (Rumpel y
Kogel., 2002); se ha observado que los residuos
de carbón en suelos en rehabilitación sufren
procesos de mineralización y humificación y
entran a hacer parte del subciclo edáfico del
carbono (Rumpel y Kogel., 2004), con efectos
favorables a largo plazo sobre las propiedades del
suelo (Dick et al., 2006).
De acuerdo a lo anterior, resulta importante
deteminar la bioactividad de la MOH procedente
de los carbones pobres que se incorporan o
podrían incorporarse como enmiendas orgánicas
a suelos rehabiltados, igualmente resulta
conveniente comparar la bioactividad de
fracciones de AH que se liberan del carbón
mediante actividad microbiana o que se obtienen