La Agenda de Paz Joven del Cauca es un espacio de articulación interétnica que reúne a juventudes indígenas, afrodescendientes y campesinas en torno a la construcción de paz territorial. De esta manera, su trabajo consiste en convocar y promover la juntanza como camino político pedagógico para reconocer las diferencias, reconstruir confianzas históricas y formular rutas comunes de transformación social, siendo el diplomado una prueba viva de ello.
Durante los meses de agosto y septiembre, los jóvenes participantes se encontraron en municipios como Mercaderes, Santander de Quilichao y Popayán, territorios que, al igual que el departamento, guardan tensiones, memorias de resistencia y esperanzas en construcción; en medio de estos escenarios, el diplomado propuso encuentros que entrelazaron la formación teórica con el diálogo comunitario y los ejercicios colectivos de reconocimiento territorial, porque la paz, como aprendieron juntos, se conversa, se cultiva y se defiende.
Entre quienes culminaron este proceso se encuentra Liceth Alejandra Cuetia Arcila, joven indígena del municipio de Corinto, que en su voz refleja el espíritu amplio y profundo del diplomado, “La Agenda Paz Joven es una apuesta muy grande por todas las juventudes del Cauca. Nosotros hacemos una avanzada por los derechos de los pueblos indígenas, en la pervivencia cultural pero también en la educativa, y digamos que esto hace parte fundamental de hermanarnos con otros pueblos, no solamente indígenas sino también campesinos y afrodescendientes, y Agenda Paz, nos permite hilar un tejido mucho más grande a nivel social y comunitario para que nosotros podamos articular acciones conjuntas en todos los territorios del departamento”, expresó con firmeza.
En territorios marcados por conflictos, fronteras simbólicas y fragmentaciones históricas, este acto de hermanamiento no es menor, de ahí que Liceth recuerde que fueron las y los jóvenes quienes dieron el primer paso hacia el encuentro, “Partimos de que los jóvenes han sido la primera población que se han sentado a compartir independientemente de las banderas de los intereses políticos individuales. Nos hemos sentado alrededor de unas necesidades como: el conflicto armado, los cultivos de uso ilícito, el reclutamiento forzado. Todas estas situaciones que vienen impactando directamente en la vida de los y las jóvenes en el Cauca”. Así, el punto de encuentro entre las y los jóvenes ha permitido gestar nuevas formas de organización y acción, “De los jóvenes han aprendido las organizaciones, y ahora ellas también se pueden sentar a conversar sin limitar esas diferencias. Cada pueblo tiene su forma y su perspectiva de ver las cosas pero los problemas nos están afectando a todos”, explica Liceth.
Uno de los temas que atravesó con fuerza el diplomado fue la necesidad de proponer alternativas reales a las y los jóvenes que enfrentan presiones de vinculación a grupos armados, “Este espacio lo que hace es crear una pertenencia cultural, una pertenencia con otras personas en otros territorios. La idea es gestar estos espacios para que los jóvenes comprendan que hay otras alternativas y la educación es una herramienta fundamental, es la herramienta más grande, porque la voz es la única herramienta que tenemos contra las armas”.
En este sentido, la educación superior se constituye como una herramienta estratégica de transformación contra la guerra y la Universidad del Cauca, como institución pública, acreditada en alta calidad y con profunda historia regional, jugó un papel clave, como lo reconoce Liceth con gratitud y claridad, “La Universidad del Cauca ha sido pionera en educar a muchos jóvenes que quizás de pronto no tienen acceso a la educación superior y en muchas ocasiones ha sido la casa grande de todos los jóvenes. No sólo abre sus puertas aquí en la facultad sino que ha ido a los territorios, ha buscado la forma de llegar a través de cooperación, a través de otras organizaciones, de hermanarnos porque ese es el propósito”, de ahí que el gesto de descentralización educativa es, en sí mismo, un acto de paz.
De modo que, el diplomado fortaleció capacidades organizativas, analíticas y pedagógicas en las y los jóvenes participantes, permitiendo que las iniciativas territoriales ganen fuerza, claridad y proyección, pero más allá del aprendizaje técnico, fortaleció vínculos humanos, políticos y reforzó el principio de que la paz territorial se construye desde la escucha y la cooperación entre pueblos, por lo tanto, para Liceth, esta graduación no fue un cierre, sino un comienzo, y su invitación es a toda la sociedad que vive, habita y siente el Cauca, “Felicitar a la Universidad del Cauca por esta apuesta tan importante que hace, e invitarla a seguir cultivando a estas mentes tan inquietas de los jóvenes, porque tenemos unas grandes propuestas”.
La ceremonia de graduación celebró la culminación del proceso, pero también la responsabilidad que nace de él: seguir tejiendo, desde los territorios y sus diversidades, los caminos de una paz que se construye con palabra viva, con un compromiso comunitario y con juventud en movimiento. Porque la paz, en el Cauca, es una apuesta cotidiana hecha de decisiones y futuro.
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