Sistema de Registro de Ponencias de la Universidad del Cauca, Encuentro enFormación 2017

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Identidades locales y el derecho a la educación en el marco de la era digital: Los retos del educador a la luz de nuestra historia
Jose Luis Revelo Calvache

Última modificación: 2017-12-07

Resumen


Desde el inicio del período que para América Latina comprende su inclusión al orden histórico hegemónico de modelo europeo, hasta las actuales formas de organización que los Estados-Nación latinoamericanos han configurado en más de dos centenarios de libertad, la política pública en educación de nuestro país ha movilizado la organización social, de tal manera que hablar de identidad nacional y educación para pueblos originarios ha sido uno de los constantes referentes de identidad a los que se enfrenta nuestra actual forma de comprendernos.

Es así como la educación configura un panorama de representación identitaria que moviliza tensiones históricas entre la población indígena del país y su inscripción al proyecto nacional que la modernidad le exige al Estado. Históricamente la cuestión de la existencia indígena y la llegada del blanco foráneo, planteó una serie de incertidumbres que se responderían paulatinamente a medida que se intervenían los territorios y se expropiaban las fuentes de recursos.

Las continuas disputas que se fraguaron en el espacio social y educativo y que se tradujeron en históricas luchas del reconocimiento de las identidades y la defensa de las territorialidades, evidencian una matriz histórica que todavía sostiene viejos interrogantes sobre la potencia de la educación para determinar los rumbos de una nación que se configuraba entre contextos de diversidad y complejidad.

El concepto de identidad ha sido uno de los motores históricos que cuestiona las relaciones sociales y educativas de la población del país frente a los referentes de territorialidad y representación, el mismo que hará posible entender el discurso pedagógico en el marco de los derechos, la institucionalización y la formación de sujetos aptos para el trabajo y sobre todo, dóciles de espíritu. Entonces, la idea de superar las formas de abordar el conocimiento de nuestras realidades, más allá de las relaciones de representación homogéneas que propone el concepto de identidad, se abordan en las interpretaciones discursivas de un concepto ambiguo y ambivalente: la representación de algo que se es y con lo que se puede sostener relaciones de transacción con el Estado.

De esta manera, la identidad se transforma en objeto de transacción para reconocer derechos generales de ciudadanía a personas rotuladas étnicamente y que devela una relación dual implícita al ejercicio de la representación indígena: iguales pero diferentes. Ahora bien, las tensiones propias de la identidad, la identidad nacional, la identidad indígena y la ciudadanía aparecen tamizadas por los conceptos digitales que además, ahora forman parte de la agenda institucional.

En efecto, como parte del proceso de modernización estatal, el discurso de la era digital y sus agendas, representan para las comunidades rurales, campesinas e indígenas, el mismo paso arrollador que podría significar el pavimento de las calles, estableciendo nuevas formas de relación que movilizan la economía, el transporte y las prácticas vitales en constante actualización. Los derechos que plantearon la homogenización de la población a partir de la homogenización de la identidad del hombre blanco, serán los regentes y ordenadores de la estructura institucional que se consolida para la constitución de sujetos educandos, aptos y competentes para la vida en la urbe y con toda la potencia económica para suscribirse a los modelos de producción regionales.

Aunque no es del interés de este texto profundizar sobre las relaciones estructurales que vinculan al surgimiento de la identidad con el discurso de los derechos, conviene hacer evidentes las relaciones entre la aparición histórica del sujeto cartesiano que se identifica con el cogito, y su posterior formulación de la existencia humana como un cuerpo individual cargado de derechos inherentes a su condición de existente, situación que propició una serie de interpretaciones por demás, muy reducidas de lo que significa tener una identidad.

En este sentido, entendemos también que los conceptos digitales han sido minimizados a un espectro de comprensión por demás, bastante ingenuo, que pretende que la tecnología educativa configura un discurso reciente; que los artefactos digitales tienen todo el potencial alienante de las satánicas prácticas espirituales ancestrales y que las nuevas generaciones vienen con un "microchip" integrado a sus cerebros.

Todo lo anterior, forma parte de una colección de razonamientos que evidencian el reducido panorama de interpretación de una realidad que, por sus actuales condiciones de velocidad en el intercambio y almacenamiento de la información, nos reta a construir un orden social otro. En efecto, más allá de sustentar nuestras relaciones sociales en los prejuicios que ofrecen las nuevas tecnologías, podemos encontrar un universo de interpretación que en realidad es potente.

La inteligencia colectiva, la interconexión, la virtualidad y la condición hipertextual a la que asistimos, no son sino el correlato de la integridad que puede permitirnos ir más allá de esa odiosa superficie material a la que estamos expuestos y dejar con ello el paso abierto para que nuestra alma entre en escena con toda la potencia unificadora de la que es capaz. Tal vez los conceptos de la era digital traduzcan en aparatos electrónicos una secreta potencia individual que, todos, por el mero hecho de ser indígenas del planeta, compartimos y que no sabemos interpretar, debido a los disfraces materiales que socialmente asimilamos.

Ser de aquí significa compartir una conexión con todo el universo y eso es lo que no podemos ver con la claridad virtual que el mundo nos exige. Más allá de las apariencias, es la esencia humana la que nos permite convivir en el aquí y el ahora. Entendemos acá que el concepto de tecnologías escolares haría referencia al entramado de estas producciones discursivas, enunciaciones docentes, regulaciones nacionales y entendimientos sociales que, junto a las construcciones arquitectónicas de los claustros y los artefactos educativos, configurarían el dispositivo escuela que en sus medios y sus fines, pretende formar sujetos capaces de ver y decir lo que la hegemonía necesita que sea visto y dicho.

En este marco de interpretaciones, proponemos algunos elementos de reflexión para entender el rol del educador frente al reto identitario y digital de la educación en la actualidad: asumir una perspectiva histórica para comprender el momento en el que estamos.

En efecto, los lazos que nos juntan como región y pueblos interconectados por las redes digitales, pueden ser el camino para encontrar las vías de relación con nuestro pasado remoto, en donde compartimos correlatos y construcciones que nos hacen habitantes de esta aldea global en la que cada uno de nosotros tiene un papel determinante en la historia del mundo.

Es así como volver la mirada a los elementos que nos conectan con el planeta puede permitirle al maestro en formación continua, reconstruir los referentes de identidad a los que nuestros sujetos educandos acceden dentro del marco del proceso educativo. Educar para la vida en comunidad exige entender el grado de participación democrática que las actuales herramientas digitales nos confieren como constructores de conocimiento. Entender la potencia virtual de nuestra identidad y los elementos con los que se construye, nos puede llevar a nuevas formas de realidad en donde seamos activos constructores del mundo. En definitiva, hay que pintar nuestro mundo.

Esta ponencia propone algunos interrogantes que surgen con ocasión de estas reflexiones y espera generar espacios de intercambio para encontrar aquellos nodos de conexión que compartimos con una región que forma parte de nuestro pasado ―la provincia de Popayán― y por esta magia del saber, nos convoca nuevamente para compartir a la luz de la palabra, aquellos elementos que nos son comunes en nuestra configuración como sujetos del sur de un país que exige otras formas de reconocernos y que en el contexto educativo, tensiona los conceptos de identidad, derechos, tecnologías digitales e historias locales.

 


Palabras clave


Educación; Identidad; Tecnología; Historia local; Formación de maestros