Sistema de Registro de Ponencias de la Universidad del Cauca, Encuentro enFormación 2017

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Los sentidos en la formación del maestro hoy
Maria del Carmen Anacona Barrera

Última modificación: 2017-12-07

Resumen


Iniciar un dialogo sobre este tema implica responderse algunas preguntas previas: ¿Cuál es el sentido que se da a la formación en los procesos formadores de educadores hoy? ¿Desde dónde miramos la formación? ¿Si se ha pensado ésta, cuál es la coherencia entre lo pensado y lo ejecutado? Y finalmente ¿Cuáles han sido los resultados del sentido de la formación en su institución? Si miramos un ejemplo de construcción de sentido en la formación (ENS Farallones de Cali, 2003) construida desde tres enfoques de pensamiento: Pestalozzi "educar significa formar mente, corazón y manos" G. Gadamer "Formar al sujeto en su cultura, por su cultura y para su cultura" y E. Kant "formar para la mayoría de edad”.

Este sentido de la formación orientó en su momento la construcción de la propuesta institucional dándole sentido a la Formación integral desde el ser, saber y hacer, la formación para la autonomía y para la vida. Quiero compartir las ideas expresadas por una egresada de la ENS Farallones de Cali (Valle del Cauca) en el encuentro de instituciones formadoras de maestros en el municipio de Cali desarrollado en el mes de agosto de 2017. "La Normal en distintos momentos enriqueció nuestra formación como estudiantes integrales, permitiendo explorar nuestro interés académico, artístico, físico, cultural, entre otros; la formación normalista generó en cada uno de sus estudiantes un proyecto de vida, un objetivo, una vocación docente.

Esta inspiración dio paso a la investigación, en una forma distinta de observar lo social, en cuestionar nuestra realidad, surgieron de esta forma los semilleros de investigación, lo cual permitió dialogar con otros docentes en formación, manejar discursos y evidenciar la rigurosidad académica de la formación normalista”.

Esta construcción en cada institución debería ser el principio de toda acción formadora de tal manera que se traduzca en una propuesta que responda a las necesidades del contexto para el cual se forma al profesional de la educación. Hoy se requiere un educador con unas características que le permitan interpretar realidades de las diferentes culturas, decidir y construir saber pedagógico para enfrentar los retos cambiantes a los cuales se va a ver obligado a atender, y para ello hay que construir el imaginario de formación que oriente el proceso. En este orden de ideas, hay que pensar en los ejes que darán sentido a la formación, para lo cual tendrá que pensarse desde tres ángulos que reúnan todas las propuestas de perfiles que las instituciones se plantean en sus propuestas.

1. LA FORMACIÓN DEL YO DEL MAESTRO. Este asunto ha sido el más débil en los procesos formativos de educadores ocurridos en la historia de la formación de maestros en este país. Desde siempre se ha pensado en el maestro formado para la enseñanza y la formación de los estudiantes. La realidad hoy le pide al maestro que forme competencias emocionales en ellos. Es válido preguntarse entonces por las competencias emocionales de los educadores que las instituciones formadoras les han ayudado a apropiar en su ejercicio profesional y personal para enfrentar y mediar en el conflicto, separar su acción pedagógica de la personal, permitir la participación de otros actores de la comunidad como aliados de su actividad pedagógica, asumir la diferencia en el aula, descargar su emocionalidad sin afectación personal, ser proactivo en su relación con el otro. Se le ha enseñado a pensar en el desarrollo y la comprensión de los procesos de aprendizaje académico y emocional de los estudiantes pero no en el suyo.

La realidad a la que el maestro se enfrenta en la escuela y su contexto le exige una manera diferente de abordar su trabajo pedagógico, pues se encuentra con niños, niñas y adolescentes de una cultura diferente a la que le formó, con padres ausentes, acudientes con poco nivel de compromiso, políticas educativas que lo llevan a asumir retos como la inclusión, los derechos humanos, la escuela violenta que nos afecta a todos, la justicia restaurativa en la escuela que implica una mirada pedagógica diferente para el tratamiento del conflicto en el aula, una nueva relación con los estudiantes que llegan a la escuela del post conflicto, aumento en la cantidad de estudiantes que debe atender, evaluaciones con indicadores de calidad externos que no consultan el contexto de su campo de aplicación pedagógica, entre otros.

Para esta realidad de la escuela el maestro debe ser formado en su emocionalidad, en su reconocimiento, aceptación y competencia para enfrentar la vida escolar sin que se afecte su realidad personal. Estas acciones formadoras deben llevar a la búsqueda de respuestas a la pregunta ¿Cuál es la diferencia entre un proceso formador de maestros al de otros profesionales?

2. LA FORMACIÓN DEL MAESTRO COMO SUJETO SOCIO-PEDAGÓGICO: Las instituciones formadoras deberán dar cuenta de los procesos que articulan en estos dos sentidos para responder a un perfil de maestros conocedores de la realidad de su país, de sus hitos históricos y de las generaciones producidas en cada uno de ellos para que sean constructores de acciones pedagógicas y didácticas que les permitan ejercer el oficio de la enseñanza de acuerdo con las realidades y necesidades sociales; lo que supone el desarrollo de una gran inteligencia para identificar las necesidades y buscar las posibilidades que deben ponerse a disposición de los aprendizajes de los estudiantes.

En este orden de ideas la formación tendrá que apuntar al desarrollo de competencias que le permitan indagar sobre las realidades sociales, económicas, políticas, legales universales y nacionales, y, en relación con estos conocimientos buscar las condiciones pedagógicas para desarrollar en sus estudiantes procesos de desarrollo de habilidades para la vida, la paz, la reconciliación, el ejercicio de sus derechos y la movilidad del aprendizaje de los saberes disciplinarios planteados en la propuesta curricular reconociendo así la premisa de la pedagogía como eje fundante de la profesión del educador.

3. LA FORMACIÓN DE UN MAESTRO COMO SUJETO TRANSFORMADOR: Esto exige una propuesta orientada hacia un perfil de maestro mucho más estructurado en relación con el conocimiento de su área de formación disciplinar, más culto, conocedor de lo universal, en constante actualización, investigador en la escuela, el aula y la comunidad, lector, con un alto sentido creativo y autónomo para que sea capaz de tomar decisiones que afecten su ejercicio profesional.

Por eso, la formación de maestros tiene que apuntar al desarrollo de los procesos creativos, reflexivos, flexibles, al desarrollo de su capacidad para seleccionar lo que considere pertinente. Pero esto no se puede lograr si no ha sido formado en la investigación pedagógica teniendo en cuenta que la pedagogía es el campo del saber que le permite adaptar y aplicar el conocimiento universal y específico a las circunstancias de cada contexto brindándole las herramientas necesarias para la construcción del conocimiento.

 


Palabras clave


Formación, Competencias emocionales, Yo del maestro, Sujeto Socio-Pedagógico, Sujeto transformador