Esos contextos, básicamente significaban que ante la violencia, hay que responder con violencia. Claro, no puedo generalizar, porque todos los contextos no son iguales, interviene el estrato socioeconómico, el estudio académico de los integrantes de la familia, los valores y principios inculcados y eso marca la diferencia.
Dejemos claro un primer aspecto. Por lo general, la sociedad le pone mayor énfasis al bullying escolar y me surgen dos preguntas: ¿los adultos no se enfrentan al bullying?; ¿usted, ser humano adulto, no se ha enfrentado al bullying? Yo creo que sí, y mientras me cuestionaba por qué los adultos no hablamos del bullying, pensaba si alguna vez se acabará.
El concepto de bullying, se describe como una violencia que se presenta de manera repetida que puede ser física, verbal, psicológica, social, sexual y, hoy en día, puede tener mucho impacto a través de redes sociales con perfiles que pueden ser falsos, en los que determinados seres humanos generan desequilibrios de poder para intimidar o causar daño.
Teniendo presente esto, parece que el acoso o bullying no se acaba, y no es porque no se quiera, es porque, como adultos, vivimos en contextos que son agresivos, que están de la mano de roles de género, edades, concepciones de mundo, intereses personales, estructuras organizativas, ecosistemas laborales, sociales y educativos. Claro, algunos de esos grupos pueden experimentar un determinado tipo de bullying. No importa la edad que tengamos, simplemente guardamos silencio porque, como somos adultos, eso no se cuenta, no se dice, se pasa de largo, y finalmente se minimiza. No vamos a reconocer que como adultos también podemos sentirnos acosados. Acá puedo mencionar que en las organizaciones se han evidenciado comportamientos que generan que muchas personas se enfrenten a la espiral del mobbing o el síndrome de burnout.
Ahora, aclaremos un segundo aspecto. En los entornos sociales, las mujeres viven o experimentan contextos agresivos, así como también, el acoso que experimentan las personas con orientaciones sexuales diversas. Es decir, el bullying no se acaba, simplemente se transforma. Todo ser humano se enfrenta al acoso y cada uno tendrá su propio análisis.
Hoy precisamente quiero hablar sobre el bullying con tono masculino. El acoso a los hombres, ha sido permanente, e inicia a temprana edad, pese a que se habla de que los hombres tienen muchos privilegios, pero, ¿cuáles son esos privilegios? Desde que los niños nacen, se enfrentan al concepto de ser hombres y deben demostrarlo. También, desde niños se les exige que sean fuertes, decididos, valientes y en situaciones determinadas, deben demostrar que son “muy machos”. Muchas veces, los papás empiezan a preguntar, desde muy pequeños, si ya tienen novia en el jardín o insinúan que las compañeritas son las novias… en fin, si lo analizamos de manera detenida, ese comportamiento adulto se puede identificar como acoso, porque deben demostrar hombría toda la vida, y también persiste el silencio, porque el acoso en hombres adultos existe y casi ni se menciona: ¡parece que los hombres no vivieran violencias! Esto obedece al estereotipo construido socialmente.
Los hombres se enfrentan a acosos relacionados con vergüenza, cuando actúan de manera NO masculina; incluso las mismas mujeres señalan que los hombres deben -actuar como hombres-. En mi proceso investigativo sobre masculinidad, identifiqué que a los hombres se les dice “-no parece hombre, compórtese como hombre”, “sea macho como su papá”, entre diversas frases de aparición constante y que constituyen ejemplos que podría mencionar frente a este tipo de situaciones y que están asociados a determinados contextos humanos.
Por otra parte, he evidenciado que los hombres no se reconocen como víctimas en el maltrato intrafamiliar, ¿la razón? Existe negación y aceptación del maltrato y, algunos hombres cuya orientación sexual es homosexual, se enfrentan al miedo de ser expuestos debido a ello, y sí, en los entornos homosexuales también se habla desde la perspectiva masculina. Pero bueno, revisemos nuestro entorno, analicemos si realmente el acoso se puede acabar, o si realmente como adultos también nos enfrentamos a él porque de esto depende cómo vivimos y compartimos en sociedad. Siempre habrá alguien que sienta poca empatía frente a los otros; siempre habrá alguien que se sienta asfixiado y no sepa qué hacer o cómo enfrentar situaciones que como adultos debemos afrontar siendo adultos.
Esta es una reflexión que invita a entender que el bullying con tono masculino no se acaba y que lo dejamos pasar desapercibido porque, querámoslo o no, los hombres -en los entornos más hostiles- también coexisten con una violencia simbólica que se debe resistir constantemente.
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