En la Universidad del Cauca, hay clases que trascienden el acto de transmitir saberes; son semillas que germinan en caminos de sanación. Una de ellas es “Memoria, museos, arte y reparación simbólica de las víctimas del conflicto armado”, guiada por el profesor Unicaucano Óscar Esteban Hernández, un reconocido historiador del arte que ha hallado en la enseñanza un medio para reconciliar el pasado con el presente. Desde el Departamento de Artes Plásticas, este maestro entrelaza memoria, sensibilidad y transformación con cada palabra, con cada imagen y con cada acto pedagógico: “Me he dedicado a ser un instrumento útil para la reparación de las víctimas del conflicto armado en el Cauca. Pienso que la Ley de Víctimas y todo lo doloroso que está sucediendo en el país debe estar enfocado en la sanación. Entonces, tuve el honor de crear esta materia. Ya estamos en la segunda promoción de esta asignatura y ha sido un viaje de autosanación y de sanación también para las y los estudiantes, y hemos trabajado con víctimas, de las cuales más que trabajar hemos aprendido, porque son grandes maestras y maestros. Hemos honrado su dolor, hemos apostado a allanar juntos el camino de la sanación y ha sido una experiencia de las más hermosas que como docente he tenido aquí en la Universidad de Cauca”.
Y es que su pasión por el conocimiento nació, literalmente, en casa; una casa con sello Unicaucano. Hijo de Irene Correa, licenciada en Literatura y Lengua Castellana de esta misma institución, creció viendo en la Alma Mater caucana una casa grande, diversa y poderosa. Así que con el transcurrir de los años, sucedió lo que podría haberse sentido como un paso natural: en esta misma Universidad realizó sus estudios de Historia, con un enfoque especial entre Historia General e Historia del Arte y del Diseño. Más adelante, cursó la Maestría en Gobierno y Políticas Públicas, lugar desde donde afianzó una convicción profunda: ¡las políticas también deben sanar, no solo ser un instrumento político!
Antes de llegar a las aulas como profesor, Óscar ya había construido un camino sólido en la gestión del patrimonio cultural. En 2006, obtuvo un premio del Ministerio de Cultura; una beca para trabajar con el Patrimonio Fílmico Colombiano en la exposición de los 110 años del cine en Colombia. Desde entonces, su firma ha quedado impresa en importantes procesos curatoriales como los guiones museológicos de la Casa Museo Guillermo León Valencia, la Casa Museo Nacional Guillermo Valencia y el Museo de Arte Religioso de Popayán.
En todos estos espacios, su mirada ha procurado humanizar la historia y acercarla al sentir de las personas. Su amor por el arte lo llevó también a dirigir durante una década el Museo Negret, experiencia que cerró con la publicación del capítulo “Un museo de arte moderno para una ciudad colonial”, incluido en el libro Imaginaciones, editado por la Universidad del Cauca.
Su tránsito por la historia del arte, no se ha quedado en el análisis estético, pues ha buscado conectar las expresiones artísticas con los dolores y resistencias del presente. Fue precisamente en una vivencia en la Bienal de Arte de Popayán donde surgió uno de los momentos más importantes de su trasegar como maestro, ya que fue invitado a moderar un conversatorio con el reconocido artista Óscar Muñoz, y quedó tan conmovido por la potencia del artista, que simplemente no pudo hablar, “Yo tenía que moderar ante el auditorio Rafael Maya, que estaba lleno, pero como Oscar Muñoz era una figura tan apabullante y tan impactante con su creación plástica, ya que él habla a través de lo plástico, de lo visual, las palabras no se salían. Entonces, yo quedé tan conmovido que yo no pude moderar nada, solamente en algunos momentos caían lágrimas y en otras yo quedaba estupefacto ante lo que Oscar comunicaba… tuve que ser muy sincero y le dije: Óscar, yo estaba aquí invitado a moderar, pero en realidad no tuve nada más que decir, sino escucharte y conmoverme como todo el público que está aquí presente”, recordó con notable emoción el profesor Óscar, quien en medio de dicho momento le preguntó al artista Muñoz ‘
¿Cómo es su trabajo de cara a las víctimas de conflicto?’, a lo que recibió una respuesta ambigua, pero suficiente para encender una chispa: “Tal vez los artistas hoy por hoy no sienten esa necesidad del compromiso hacia las víctimas del conflicto armado, porque no quieren meterse en temas políticos tan de lleno. Pero si hay un docente y hay una materia que les muestre ese camino que es difícil, pero apasionante a su vez, tal vez habría estudiantes que quieran trabajar con las víctimas, por ellas y para ellas”. Esas palabras, sin lugar a dudas, se convirtieron en ese aliciente para que este curioso Unicaucano creara la materia que hoy acompaña a sus estudiantes en un proceso profundo de memoria y creación.
“Son clases de catarsis”, le dicen, porque, aunque se llora, también se construye. El aula se vuelve un taller de humanidad, donde las víctimas son maestras, y el arte una herramienta para decir lo indecible. La asignatura, ya en su segunda promoción, recoge vivencias, saberes y apuestas para sanar un Cauca herido, y proyecta la esperanza de que a través de la educación se puede transformar el dolor en muchas cosas.
Por esa razón, no sorprende escuchar al profesor Óscar hablar con gratitud de su vida como profesor, “Siempre soñé con ser docente por mi madre. Entonces, cuando me hicieron la invitación para mí fue algo muy gratificante, porque en la Facultad de Artes sentí una libertad que no había sentido en ninguno de los claustros de la Universidad, precisamente por la diversidad, porque allá todos los estudiantes desde su orientación ideológica, sexual, religiosa, política, la que sea, son iguales.
Entonces, hay una hermandad dentro de este programa tanto en Música, como en Diseño Gráfico, como en Artes Plásticas, que es el programa que me corresponde. Para mí también fue una escuela de vida ver cuánta diversidad hay y cuánto respeto y tolerancia se daba también dentro de las clases. Fue brutal encontrarme, desde el primer momento, con estudiantes que tienen enfoques muy diversos a los que tal vez yo traía, pero que me ayudan también a formar de manera mucho más integral mi camino profesor”.
Así que en esa misma ruta y a modo de conclusión añade, “Solamente palabras de agradecimiento a la Universidad de Cauca por todo lo que me ha dado y espero seguir aportando a esta Alma Mater y siempre a mis estudiantes, reconociendo en ellos cuán diversos son y entendiendo que la vida es diversidad, y que en la diversidad está la gracia de la cultura, está el poder del conocimiento, ya que el conocimiento diverso y crítico es el que forma profesionales competentes. Entonces, desde esa diversidad yo estoy aprendiendo a construir un conocimiento que sea útil para todas, todos y todes”. Con esta certeza, Óscar Esteban Hernández sigue tejiendo, enseñando y aprendiendo, con la convicción de que el conocimiento, cuando se enraíza en la empatía y la diversidad, puede ser un acto profundo de amor y reparación.
Desde esta casa de pensamiento, expresamos nuestra gratitud y reconocimiento al profesor Óscar, cuya trayectoria, conocimiento y compromiso han sido fundamentales para fortalecer el pensamiento crítico, la apertura de espacios de diálogo y el respeto por las diferencias en nuestra Alma Mater; esas mismas que tanto nos enriquecen. Su reflexión evidencia que la diversidad potencia la vida universitaria y fortalece los lazos que nos unen como comunidad.
De acuerdo con las palabras de este profe, protagonista de nuestra relato, y considerando el #MesDelOrgullo, desde la Universidad del Cauca les invitamos a conocer y ser parte de la campaña pedagógica ‘La Magia de Poder Ser’, una iniciativa que celebra el valor de lo diverso y que busca seguir construyendo una Universidad más incluyente y segura para cada persona que la habita, pues reconocemos que aún persisten desafíos, exclusiones y violencias que deben ser nombradas y transformadas, pero esto solo se puede lograr juntas, juntos y juntes.
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