Nuestra Universidad que está cercana a cumplir los 200 años, ha tenido tradicionalmente la estabilidad financiera que le ha permitido cumplir con sus funciones misionales de docencia, investigación y extensión; y ha garantizado condiciones de bienestar a su comunidad educativa. Esta estabilidad financiera ha dependido de un manejo austero y transparente de los recursos públicos y de un ejercicio de priorización que ha permitido atender sus compromisos en algunos casos y en otros postergarlos. Sin embargo, cada vez es más apremiante la necesidad de recursos, dado que aquellos que son transferidos resultan insuficientes para alcanzar a cubrir con todo lo que se requiere.
Así pues, estos desafíos financieros nos ponen en la encrucijada de atender las necesidades más urgentes y mantener, al mismo tiempo, las exigencias de una institución acreditada en alta calidad. Una alta proporción de nuestros recursos se van en el pago de la nómina que ya supera más del 80% del presupuesto anual y los recursos restantes se invierten en temas de crucial importancia como movilidad estudiantil y profesoral (tanto entrante como saliente), las demandas de los planes de mejora, la atención a la infraestructura existente y las inversiones de la nueva infraestructura que demanda nuestro ejercicio académico, convocatorias de investigación, cultura y bienestar, los gastos transversales, entre otros.
Aunada a esta situación financiera que enfrenta la universidad pública, nuestra querida Universidad del Cauca también se ve afectada por las alteraciones al orden público que vive nuestro departamento, sobre todo considerando la gran presencia en el territorio en el que como institución hacemos presencia.
Y como nuestra Universidad es, ante todo, una Universidad para la paz, este compromiso siempre ha sido inquebrantable y hemos avanzado con la convicción que nuestra tarea formativa mitiga algunas de las causas estructurales que producen la guerra. Hemos reiterado ese compromiso de múltiples formas, entre ellas firmando convenios con varios municipios del Cauca para que las y los jóvenes tengan un ingreso diferencial a nuestra Universidad y puedan vivir una realidad diferente al del marginamiento y la violencia. Hemos suscrito el convenio con las Escuelas Normales Superiores a fin de poder, de esta manera, tener una mayor presencia regional. A través de la Comisión de Paz, hemos honrado nuestro compromiso de socializar el Informe de la Comisión de Paz y participado en los espacios donde se está trabajando por ese clamor y anhelo colectivo a fin de tener una fuerte incidencia política, entre otras tareas.
Sin embargo, ha sido un 2024 en el que, lamentablemente, en nuestro departamento se ha recrudecido la guerra con las consecuencias que esto tiene para el territorio y ha vuelto a generarse un ambiente de zozobra, de miedo, de angustia y de incertidumbre de la cual no está al margen nuestra querida institución. Incluso, algunos miembros de nuestra comunidad estudiantil han sido víctimas directas de la violencia y se han presentado incidentes que son indicios de cómo esa violencia permea nuestros claustros y nuestras formas de relacionamiento fuera de nuestras aulas.
Y es que pese a estas situaciones tan retadoras que hemos vivido durante este año que ya va llegando a su fin, también nos asiste la voluntad y el compromiso social y universitario de mantenernos firmes en las propósitos que nos hemos trazado ya que si bien nuestro camino no es fácil, es muy conmovedor ver en nuestros profesores, estudiantes y trabajadores, esa voluntad de seguir construyendo país a pesar de la adversidad porque, cuando se tienen claros los propósitos por los cuales estamos caminando, cada día es una oportunidad para continuar haciendo grandes cosas.
Porque es en medio de la dificultad que nos hacemos más creativos, más sensibles, más solidarios y resilientes; porque es en este escenario complejo donde nos vemos obligados a ser más solidarios y abiertos al otro, a lo otro, a ser más perseverantes e imaginativos.
Al cerrar este año, quisiera compartir con cada Unicaucano y Unicaucana, pero también con cada persona que siente esta universidad como propia, las imágenes y los momentos que desde la academia, la investigación y la proyección social, quedan para la posteridad; momentos en los que llevamos en alto, con amoroso compromiso, el nombre de la Universidad del Cauca al territorio cercano y regional e incluso, trascendiendo fronteras conquistando escenarios internacionales: esto alimenta el espíritu y se convierte en algo muy esperanzador. Estos esfuerzos, que reflejan múltiples formas de pensar, nos demuestran que no estamos vencidos ni resignados a la violencia. Nuestro compromiso con la reconstrucción del tejido social y la contribución a la paz se fundamenta en hacer lo que mejor sabemos, ¡trabajar desde una Universidad, casi bicentenaria, de excelencia y solidaria! Este compromiso está en sintonía con el orgullo que sentimos y con la fortuna de ser parte de una institución que transforma vidas y realidades.
Cierro mi mensaje brindando por un 2025 lleno de logros compartidos, aprendizajes y con la confianza de que lo estamos haciendo bien. Les deseo unas felices fiestas, en el calor de sus familias y seres queridos, y les invito a seguir fortaleciendo, con nuestra labor, este espacio tan único y diverso en el que hacemos sueños realidad.
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